miércoles, 9 de diciembre de 2020

Ojalá me vuelvas a encontrar

Me dice que no me quiere. Y me lo pinta con palabras de no voy a volver. Me dice que no puede, y me lo escribe para que se quede en algún sitio escrito que no se pueda borrar. Cuando ella sabe de sobra que aún quedan marcas suyas en mi piel. Cuando ella sabe que aún quedan abrazos por dar.


Me dice que ya no cree en un ojalá al que no supo ponerle nombre. Y yo me lo creo de la misma manera que le vi prometer el mar. Y pinta un velero yéndose hacia el fondo sin timón, sin olas, sin más. Que ella siempre ha sido de irse pero nunca, de avisarlo con tanta premeditación. Me dice que ya no me quiere leer y que escribirse duele. Como quien se corta con el filo de un folio y no tiene a quién echarle la culpa. Me rompe las frases que tantas veces surgieron de sus apariciones y me arruga la hoja del último escrito que tantas veces se guardó en su mesita de noche.

Por eso le escribía bonito en un pasado que nunca pensé que fuera a contar. Y me lee en un presente que siempre ella piensa ocultar. Porque ya no se fía de la mano que tantas veces la paró cuando se tuvieron que separar. 

Cierra la conversación con el peor verbo que he visto conjugar. Comenzando con un miedo que pide clemencia y que lamenta con un, aquí lo voy a dejar. Se va, con la misma premura con la que la he visto volver tantas veces a este rinconcito, firmando y tachando todos los ojalás.

Entonces vi que el amor se escapaba de una cama en la que nunca se llegó a acostar. Que rechaza unos mimos que no piensan sanar cualquier tarde tonta después de trabajar. Ni le promete a sus heridas un bálsamo de abrazos, ni compra el cariño que tanto nos prometimos regalar.

Y al final le atormenta la idea de que no sea capaz de decirme lo que tantas veces me escribió, porque a pesar de imaginarse los besos, nunca supo si se harían realidad. Y por miedo a crear falsas expectativas cerró este capítulo de la misma manera que me gustaría compartirlo con ella.

Un beso, un lo siento,

Y ojalá me vuelvas a encontrar. Pero en otro cuerpo. En otra pandemia, en otro imposible. En otro imposible de estos muy nuestros. De los que tantas veces me decías no te quiero. Y se respondían casi solos con un,

Yo tampoco y un abrazo eterno.

Ojalá me vuelvas a encontrar.

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