Culpa mía que cada vez que te ibas, iba yo y lo atrasaba unos minutos más. Que me creía Eón, buscando lo eterno, intentando controlar un reloj que no era ni nuestro. Culpa mía, todas mías, porque siempre he sido el después de todos tus no, porque siempre he sido el último, porque siempre he sido más de esperarse que de irse a encontrar.
Culpa mía, por mis miedos, por mis pasados. Por mis vergüenzas, que ya rezan, en este texto desnudas ante cualquiera de tus miradas, las que nunca he sabido responderte. Culpa mía, que miraba un futuro más allá de tus caderas, de tus piernas, de tu sexo, del que siempre he sentido atracción por morder. En todas ellas me quedaba dormido, en todas ellas me acunaba hasta sentirte el primer jadeo, hasta sofocar todos tus celos.
Culpa mía, que escribo esto cobarde, escondido entre mis párrafos, buscando que salgas a convertirme palabras en fotogramas. en marcas de pintalabios pintadas fuera de los tuyos bajo cualquier poro de mi piel, en excusas que conviertes en intención, donde tú siempre ponías le premeditación y yo la alevosía.
Tú que sabes sacarme mi sonrisa, mi baluarte, mi bandera de quiero guerra, de victoria, de sed, de cama. Culpa mía, que siempre te escribo provocando tus ganas de encontrarte identificada en cualquier metáfora, en cualquier sinalefa que pueda unir tu nombre y el mío.
Culpa mía, que no me atrevo a llamarte,
Culpa nuestra,
Que nunca sabremos, a todos nuestros encuentros, ponerles nombres.
Y que sin duda, todos,
los volvería a repetir,
si pudiera,
Contigo.
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