viernes, 18 de diciembre de 2020

Velocidad multiplicado por tiempo

Se acerca. Y la distancia ya no es velocidad multiplicado por tiempo. Se acerca como quien entra sin molestar. Como quien pide permiso para todo. Hasta para quedarse. Se queda, con la misma intención de que si nos caemos, ella se piensa caer con todo un nosotros, con todo un triste final. Se acerca a morder, a tocar, a medir, a querer. Y viene con toda la intención de satisfacer, con toda la intención de aparecer. A contarse uno, a borrar un pasado, a morir en el intento si hiciera falta.

De esas que te buscan estés donde estés. De estas que, por muchos errores que cometamos nos piensa perdonar hasta las faltas de hortografía, hasta los días malos, hasta las malas putas maneras. Seguro, que de estar, no se iba, y de irse, volvería. 

Porque nunca se iría y te dejaría ahí con toda la mudanza de corazón aún por hacer. Es el amor que viene a comerte los miedos, la cara, el cuerpo. El amor que se piensa quedar. El que viene a estropearte otro hipotético absurdo final.

Que no es ella de infidelidades que te dejaron con una mano delante y todo un error detrás. Que viene a cuidarte como se cuidan unas heridas que no son suyas, unas balas que ella nunca disparó. Te hablo de toda aquella que viene a protegerte de todos esos fantasmas que vienen a estropearte unos sueños.

 Sueños que no has elegido vivir pero ella va y te los busca. Te los comparte y te los hace tuyo. Y empieza a vivirlos contigo. A comerse palomitas viendo como vas siendo protagonista de algo que, por mucho que se escriba, no se llega a describir tanto como si lo estuvieras viviendo.

Porque no hay nada más bonito de ver que ella acercándose a todas tus caricias, a toda tu piel. Y que, desnudándote, ella dibuja círculos en cualquiera de tus vicios, y así, tal como las ves llegar, perder la cordura para escribirle bonito, para desearte un no te vayas jamás.

Porque ya no hay papel que la duerma. Ni sábanas que le hagan mejor el amor. No hay mejor cerca que sus abrazos. No hay mejor cerca que su quédate.

Donde ya la distancia no es velocidad multiplicado por tiempo.

Donde ya su presencia rompe cualquier fórmula de amor.

Donde ya la física, no lo rige todo.

Porque ella, 

me formula cuando se acerca, 

mil veces mejor.

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