jueves, 18 de febrero de 2016

Fíjate qué Tontería


El amor es para aquellos que se dejan encantar. Para todos los 'dispuestos a'. Para todas esas chicas inteligentes vestidas de 'dejarse querer'. El cariño es para los que se dejan tocar. Los que disfrutan de las primeras horas de besos por las mañanas. De toda aquella que se deja mimar con gusto.

El amor es, fíjate que tontería, para quién llegue antes y se lo pida. Con la cláusula firmante de que no podrá ser devuelto. En todo caso compartido. El amor es para los valientes. Las que arañan espaldas a conciencia de que los besos serán más intensos, rozando las mordidas de unos labios que acabarán con la cara llena de pintalabios. El amor es para quien lo hace, con todo el beneplácito de quien lo recibe.

Y es que a veces los pequeños detalles son los más brutalmente descarados. Como si la valoración de afecto fuera inversamente proporcional a toda la intencionalidad. El refrán ese bien dicho que dice "sin querer, queriendo." Y ahí te ves, en los bordes rojos de aquella que acaba de pronunciar tu primera mayúscula. El acto más humano y primitivo de dedicarse tiempo. El hecho de que todo empieza como casi sin intención.

Probablemente la prueba más dócil de que el amor es tan espontáneo como un acto involuntario. Un clic que se activa en el subconsciente de cualquier torpeza que va de la mano de las costumbres del día a día. Y es que, fíjate qué tontería:

Me gusta cuando me llamas por mi nombre.

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