miércoles, 10 de febrero de 2016

Cualquier Discurso de Amor


Nos sobran. Nos llenamos el saquito de pretendientes que da gusto, y luego claro, luego nos sobran. Vivimos rodeados de cualquieras hablando de amor. ¡Porque ya cualquiera habla de amor!. Como si hablando trajera intrínseco el saber. Me los veo ahí, vestidos con sus mejores galas escribiendo de lo que menos saben hacer, de lo que más saben mancillar.

Y te las ves luego a las otras frías, distantes, recelosas de cualquier discurso de amor. Ya se ven desconfiadas, tristes, desilusionadas porque le vendieron cualquier patraña muchísimo más forzaíta que el día de San Valentín. Porque le escondieron una gran mentira con una tremenda verdad. 

Y claro, ya la verdad no hay quién se la crea. Vivimos rodeados de gente que nombra el cariño como principio de lujuria. Auténticos juglares que pronuncian amor con 'S' y terminado en 'exo'. Y no. Ya no les vale con todo sexo. Ahora lo que quieren es, y encima exigen, tiempo.

Ese discurso del amor que se lleva ahora de que una persona tiene que dar la vida por otra. De que dos, se tienen que fusionar en uno. Oye mira, no. Dejemos bien clarito que, ni todo lo mío es tuyo, ni todo lo tuyo es mío. Que no se trata de amar a ciegas, sino de compartir a medias. Aquí no se trata de dar los mejores besos ni los mayores regalos. Se trata de ser uno mismo donde estábamos antes de que nos fuéramos a cruzar. 

Cada semana que pasa nos vamos dando cuenta que es cada vez más difícil hablarnos de amor. Casi esperando la primera mentira, como escondidos entre los arbustos esperando la primera señal de desilusión. Ya no amamos. Ya sólo nos conformamos con ser protagonistas de cualquier historia de idiota y viceversa. Conseguir el premio a la mejor protagonista fingida del país.

Y terminar el discurso llorando de emoción. Dedicándole la estatuilla a tus amigos y amigas, a todo aquel que sirvió de pañuelo de lágrimas, a tu perro, tu gato y tu despensa de chocolate. Un saludo a todas aquellas personas que confiaron en mí. A mis hermanos, a mis discos de música, camiseta favorita, y a todo el que se dignó a ver mi película, gracias.

Y salir del escenario entre aplausos. Entre 'no pasa nada'. Entre 'todo llegará'. Porque observando, he visto que cualquier discurso de amor os vale, salvo al parecer éste que se dice a la boca, en una noche de tremenda sinceridad, sin florituras, sin cuentos, ni promesas que volarán. Ese discurso de amor breve pero muy emotivo que dice:

"Te Quiero de Verdad".

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