viernes, 11 de agosto de 2017

Amor en venta

Quiero momentos. Contigo. Conmigo. Con nosotros. Quiero esas respuestas que nunca vienen solas. Todos esos síes y siempres que venían seguidos de una sonrisa tuya de armas tomar. Me gustaría comprarte todas tus decepciones para, ponerlas en un cajoncito que, con ayuda del desorden de nuestros miedos, nunca volverlo a encontrar. De verdad, dime que se nos dejó en el tintero que si tengo que darle mil vueltas al mundo, pienso irlo a buscar. Cueste lo que cueste. Pague lo que tenga que pagar.

Así de amor en venta te exijo. Dos ojos que vayan a mirar por ti. Por nosotros. Currarse un amor que te sientas tal afortunada que diera la impresión que todo iba a coste cero. No se trata de dar más. Se trata de regalarse momentos. No de darlo todo. Ni de ser el mejor, sino de ser el único. No es cantidad, es unicidad. Que no haga falta más que un poquito para que se llene el saco de todas las cosas que vayan a sacarte una sonrisa proporcional a los besos que me ibas a dar.

Dime que tengo que escribirte mientras duermes. Que yo vendía mi alma al diablo por saber cuanto sueñas de verdad. Dime cuanto tiempo nos vamos a dedicar. Cumpliendo las dos premisas del amor en venta: La primera, mudarse a un corazón mejor. La segunda; gastar millones de tiempos en volverse a enamorar. 

¿A cuánto están esos abrazos? ¿Que se debe por aquello dos? ¿A cómo están los ratitos de sofá? ¿Cuánto cuestan ahí, nuestras piernas entrelazadas? ¿Y tus manos andando por mi piel? ¿Tu mirada puesta en mis lunares? ¿Mis labios devorando las pecas de tu tez?

De eso se trata. De querer todos esos momentos que valgan lo que valgan, piensas irlos a comprar. Como si fueras el canto de sirena de cualquier navío a la deriva. Buscando esperanza en cualquier muestra de cariño recíproco. Como si fueras el amor que tanto nos quisimos comprar.

Y acabar con todo el amor en venta, comprado. Y entonces, cuando ya no quepa ni una caricia más, mirarse a los ojos, y de entre todos los que están ahí afuera, 

Cariño,

Volvernos a comprar.

jueves, 10 de agosto de 2017

Ella lo mira a los ojos

Ella lo mira a los ojos. Él la foto que le hizo recordar. Instantes previos a los que ella se toca el pelo. Donde él agacha su mirada. Ella se dejaría besar el cuello. Él se acercaría a sus labios. Podrían haber tenido más que palabras. Se deseaban besos en silencio. Muchos besos. No se sabe que se dan, pero ahí están. Él diciéndole no te vayas. Ella diciéndole que ojalá.

Ahí van comiéndose las ganas. Devorándose las penas. Cada uno a su estilo. Cada uno desahogándose como pueda. Apretando en el abrazo. Metiendo de golpe y porrazo dos corazones encerrados entre cuatro brazos. Queriéndose de otra manera. De otra maldita manera. Diciéndose con los ojos 'te quiero'. Comprobándose, que a ambos, le han vuelto las ganas de comerse el mundo. 

Se han enamorado sin querer. Se buscan sin estar. Parece como si fueran a luchar por algo que no tiene ni pies ni cabezas. Pero ahí están. De vez en cuando dejándose asomar en cualquier red social. Invitando a la locura entrar a pies juntillas a la habitación que algún día compartirán. 

Y entones ahí te das cuenta que el amor va ciego de razones. Dando tumbos por cada lado de la esperanza. Borrachos de haberse tenido a centímetros. Amores que se dejan pa' un luego que vete tú a saber cuando se citan. Que vete tú a saber cuando se besan.

Presentándose aluciones tan sutiles que cualquier día se escapa una sinceridad. Nunca se han dicho te quiero pero es que no les hace falta. Falta. Eso si que se lo curran. Llenando la bolsa de las cosas que faltan de cantidades y cantidades de oportunidades. De volverse a encontrar.

Porque ambos saben que cuando terminen de leerse este texto. Van a volverse a buscar.

Ella a mirarlo a los ojos.

Él, a la foto que le hizo recordar.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Ojalá

Que de amores circulan por ahí. Dando a diestro y siniestro contra cualquier otro. Algunos locos al corazón que cogen carretera y manta. Los amores perdidos que hay por ahí sin ser encontrados. Están los amores fugaces que van más rápidos que la propia relación donde están inmersos. O los amores imposibles, tan esperanzadores como sufridos. 

Están los amores de verano. Que son los que mejor se recuerdan en Noviembre. Los que más se echan de menos en otoño. Están los amores prohibidos. Esos que siempre probamos a escondidas. O los amores que matan; que te mantienen tan vivo como loco. Amores de amores. Tan infieles como correspondidos. Amores de corazón. Siempre a base de infartos.

No sé que nos damos, que volvemos a caer. Y sumamos un amor a nuestra lista de 'podría ser'. Cuando menos te lo esperas vas, y ya estás metida en otro abrazo. Bien apretadita entre pecho y brazos. Bien escondidita entre un principio y final. La de veces que nos hemos enamorado. Como tontos, donde más nos hemos dejado engañar. Nos hemos enamorado como salvajes. Donde siempre somos los últimos en abandonar las sábanas. 

Nos hemos enamorado como niños. Engañados por unos labios sabor piruleta. Nos hemos enamorado a la primera. Nos hemos enamorado de repente. Sin guión, sin plan establecido. Improvisando los momentos. Temblando las palabras que salían de las bocas. Que se enamoraron de los rojos del otro. Buscando cualquier 'quédate'. Rogando un 'no te vayas'.

Que siempre buscamos cualquier excusa para quedarnos un ratito más. Esos amores que acompañamos a la puerta para verse en horas. Y ahí si que no excusamos al tiempo. Porque se trata de enamorarse de cualquier amor que venga a devolvernos, con la mano bien abierta un 'te quiero'. Y es que, al final siempre acaba igual,

Ojalá.

martes, 8 de agosto de 2017

Una cobarde que lee

Me he dado cuenta que lo importante no es el fondo. Que ya no se valora el contenido. Ya no cuenta lo que se deja por escrito. No vale lo que se promete, por malversación y abuso del verbo. Que lo hemos denigrado hasta el sustativo de mentira. Ahora lo que vende es el envoltorio. Contra más haya que desenvolver mejor. Se lleva el querer a colores. El amor full HD. Con un buen filtro de instagram. Ahora mola molar. Que se vea más que que se viva.

Lo mejor siempre está por llegar. Que es la frase tóxica de las relaciones que tienden a acabar. Me gustas, me quieres, cincuenta comentarios y a fardar. Amor de ventana, más que de hogar. Hemos perdido el fondo tanto que ya ni nos vamos a molestar a volverlo a buscar. Y así nos va.

Ya no se hace bonito. No se escribe bonito. No se juega con la curiosidad. Que ya da igual cualquier cama. Cualquier lunar. No se mira a los ojos ni se folla de verdad. Nos vale cualquier cuerpecito de plástico con mil followers más. Desayunamos decepciones que luego se publican en cualquier red social. Es el baile de los 'me encanta', que se han despersonificado como cualquier frase más. Ya los te quieros no tienen valor. Se ha desvirtualizado el amor. No se hace amor de sofá.

Las formas han cambiado. Ya no se enamora. Ni se encandila. Ni te imaginas la de 'likes' que equivaldría cualquier cartita escrita a mano a tu buzón. Y es que ya no se deja nada por escrito, por la sencilla razón de que nos hemos acostumbrado a dejarnos como leídos. Que aunque se diga así, a veces ni nos leemos.Y como siempre la culpa al tiempo. Que ya para todo hay prisa. Hasta para querer hay que pedir la vez. 

Se han perdido las formas y el fondo. Y se hace oídos sordos a cualquier forma de amor antaño. Porque ya no se quiere querer. Nos hemos acobardado de cualquier muestra de aprecio sincera. Nos hemos acostumbrado tanto a la mentira que la verdad es ahora, la que nos da miedo. Tú ya no quieres que te quieran, tú lo que quieres es que te abracen. Sin condicionamientos.

Vengo a decirnos que nos queremos muy mal. Que nos dejamos enamorar aún peor. Y me gustaría que quedase por escrito:

Que me has dejado como leído.

Como yo quería,

Muy leído.

domingo, 6 de agosto de 2017

Noelia

A la porra los eufemismos. Al diablo con todo lo políticamente correcto. Y un cuerno al disimulo, al miedo, al no me atrevo. Ni un minuto más de gloria al despacito, al tacto, a las buenas maneras, a la espera eterna. Si tiene que ser que sea ahora, aquí, ya. Sobre estos renglones, sobre tu cama o en ningún sitio jamás. Pero que sea así de tajante. Así de directo. Así de claro.

A veces en la vida hay que plantarse de manera descarada ante los ojos de vete tú a saber quién. De vete tú a saber dónde. En los tiempos que corren faltan frases tajantes. Faltan besos que manden a callar. O que lo digan todo. Falta sentenciar. Nada de amigos, nada de celos. O me quieres o me odias, pero esa escala de grises que nos hemos comprado en el por mayor no le pegan en absoluto a ninguno de los vestidos con los que mordías mi conciencia.

Conciencia. La que he guardado en un rinconcito de mi habitación para escribirte esto. Esta oda a lo brutalmente honesto. Que ya no hace falta ni que te dés por aludida, porque no se trata de nombres, se trata de pronombres. Que si quieres un "nosotros", que nos dejemos del tal egoísta "", ni del descarado ausente "yo". Que si quieres tu nombre todas las manañas con tostadas, un zumo de besos y una bandejita hasta los pies de tu cama, empieza a pedirlo en presencia y empieza a exigirlo. Pero a exigirlo de verdad.

Y nada de irse currándoselo. O te acabas el texto o te vas. Aquí a medias tintas no queremos nada. Para falsas esperanzas ya tenemos un buen recuerdo de todos esos ojos que nos engañaron tanto como pronunciaron nuestros nombres. Porque que importaba si ésto se llamara Noelia, María o Lidia, si ibas a a venir de igual manera, a escondidas, a leerme lo que nunca jamás te atreverás a decir.
 
Las dos razones por las que siempre llegados hasta aquí, disimulas y te vas. La primera; porque siempre, te das por aludida.

Y la segunda: porque, aunque no lo sepas, estás completamente enamorada de mí, tu nombre. Tu hombre.

viernes, 4 de agosto de 2017

Has vuelto a sonreír

Me encanta la manera que tienes de irte. Las formas que tienes de provocar ganas. Me encanta cuando me sueltas una de esas con labios incluídos. Que tanto me enamoran. Que tanto me cuesta olvidar. Cuando me encuentro tu mano bajo la sábana de una misma cama. Cuando te giras, remolona, queriendo dormir un poquito más. Y entonces de nuevo, sin abrir los ojos, lo vuelves a hacer. 

A ésto ya no se le puede catalogar de amor. A ésto ya no se le puede poner etiqueta, ni hay protocolo que lo anteceda. Lo que haríamos tú y yo en esa noche no tendría nombre, ni tiempo. Si me apuras ni espacio. Porque se nos ha quedado el cuarto chico de tanto relagarnos. Me encanta la imagen de las sábanas tapando tu cuerpo desde tus senos hasta tus muslos bordando una fina línea entre lo provocativo y lo políticamente correcto. 'Voy a por un vaso de agua' decías, mientras te ibas haciendo lo que mejor sabías hacer.

Toda culpa la tuvo tu boca, que ha perdido el norte en mi pecho y busca desesperada el abrazo que tanto me supo a gloria. Y del éxtasis a la derrota. Derrota porque no sólo perdimos la ropa. Perdimos la vergüenza, la cordura y la dulzura. Y empezamos a hacernos más la guerra que el amor. Todo en cama. 

Dejaste caer la sábana, dejando el vaso en un laíto de la mesita de noche. Desnuda, te acercabas, supongo que pidiendo atención. Ya la tenías. Porque empezaste pidiendo un beso en el cuello, un masaje en la espalda y un te quiero cerquita de la oreja. Y mientras a la piel, cualquiera de las dos protagonistas que estaban allí, se le iban poniendo los pelos de punta, tu cara giraba avergonzada hacia mí buscando quizás, más de esos besos por detrás.

Fíjate lo que hace una sonrisa. 

Fíjate lo que escribiría yo por la tuya.

¿Ves?, has vuelto a sonreír...

jueves, 3 de agosto de 2017

Podría hablarte de amor

Yo podría hablarte de amor. Como dice la expresión de moda, '#toelrato'. Y contarte la de veces que te miré sin que te dieras cuenta. Más o menos las mismas que me mirabas mientras yo creía no verte. Podría colorearte este trocito, que hasta hace poco era de un blanco despedida, a un tono de quiero volverte a ver. O confesarte como se me quedaron las intenciones sin tiempo. Como se quedaron los besos sin labios. Las manos sin cuerpo. La piel sin caricias. Tu piel...amor...tu piel...

Déjame aquí debajo un comentario respondiéndome si no soy el único que busca desde entonces, el botoncito de rebobinar. Para volvernos a encontrar. Para volvernos a saludar. Para volver a sentir eso que se quedó ahí. Ese 'no sé qué que que sé yo', que ambos lo sentimos cada uno, aquí, ahora. Por eso quiero volver atrás. Por las ganas. Y repetir tiempo. Que siento que siempre que te tengo delante me queda pa' Septiembre. Para hacérnoslo mejor. Para hacérnoslo bien. 

Quiero volver atrás. Para que estos kilómetros no pesen tanto. Para hacerlo igual de diferente. Y regresar a ti, pero contigo. Repetir abrazos. Que tanto gustó. Que tanta intención le dimos. Quiero estar en los minutos finales del irnos. Y decirnos 'no te vayas'. Tocarte la cara, besarla. Porque quiero besarte. Quería besarte aquella noche. No muchas veces, sino mejor.

Que cada vez que nos veo en esa fotografía siento la necesidad de volver a ella y hablarte de amor. Y contarte a esas altas horas de luna que me tenías enamorado. Y estoy seguro que el abrazo llegaría muchísimo antes que el adiós. Quizás con la misma despedida pero con distinta melancolía, te llevaría a un sitio donde te hablaría de amor, para convencerte de que te quedaras.

Para que te quedaras aquí, en estas líneas. Cada uno haciéndolo a su manera. Yo a veces iba por tu cuello, tú a ratos me devorabas la boca. Yo tenía tu espalda mientras tú mordías la oreja. El único sitio donde tú y yo nos hacíamos de rogar tanto como deshacíamos las sábanas.

Porque mientras yo ando escribiéndote de amor,

Tú piensas que andas leyendo toda aquella noche... ¿o no?