¡Qué amor más adictivo! Que siempre voy en busca de tu boca. A mirar a escondidas donde te has dejado caer hoy. Impaciente de los mensajes de texto que, contra más tiempo se tarda en enviarse más provocan las ganas. Y ya todo es buscarse alguna excusa pa' vernos.
¡Qué amor más rápido! Que nos hace olvidar los confinamientos. Como si todo lo que hubiera fuera de nuestra cama ya no importara, como si todo lo externo a la curva de tu cuerpo no motivara. Y siempre, sonriendo, me golpeas otra caricia en la espalda. Siempre, así, como una niña mala con mis camisetas de fútbol, pidiendo amor, pidiendo momentos.
Que cuando tu piel toma control de mi cuerpo, yo ya no sé escribirte, yo ya no sé como leerte. Dejándome llevar. Hipnotizado por tu melena rizada y despelucada que devora el espacio más cercano a un nosotros.
El toque de queda llama a un fin que da paso a un echarse de menos de campeonato. Y persigo tu última conexión en línea como el oxígeno para un día después. Donde, por experiencias pasadas, me enseñaron que no ibas a volver. Donde, el pasado te dice que se fue. Amor huído.
Hasta que apareces de nuevo. Con una botella de vino, una camiseta del Sevilla y un amor a punto de regalar. Yo había vuelto a escribir tu ausencia, y tú vuelves a dejar tu sonrisa en mi apartamento, con tus pies descalzos, tus piernas desnudas y mi cama deshecha.
Tú eres un amor adictivo. Droga. Vicio.
Mi confinamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escribe bonito...