martes, 11 de diciembre de 2018

Que no

Que no. Pero así, tan corto, tan escueto. Más parecido a uno de esos besos chiquititos de mejilla que dabas cuando claramente querías gritar a los cuatro vientos que sí. Como esa sonrisilla que alargaba tus labios y ondaba tus cachetes haciéndote dos hoyuelos que aún recuerdo y guardo en la mesita de noche de mi habitación. 

Que no. Las dos palabras que jamás imaginé dejarte para siempre. Que podrían haber sido cualesquieras. Alguna que inundara o resumira la historia de dos trozos rotos dándose un "que si" de campeonato. Un me tiro a la piscina a ver que es lo que sale, con toda la intención de que saliera cara en la moneda. Y no.

Las dos únicas que prometí no cruzarme entre mis labios y los tuyos. Las dos que marcan, no sólo el principio de un escrito, sino el final de un amor. Ya no. Marcando el impedimento de cualquier tiempo verbal futuro. Tirando a la borda todo un presente y consumiéndonos pretéritos de un bonito pasado. 

Ya no. Porque nadie sabe como fue lo nuestro. Tan nuestro. Que nadie sabe como se hizo el amor, el sexo, el perdón. A mí que nadie nos resuma lo nuestro. Que nadie nos diga que no. Ni todo lo que se quedó en el tintero. Que nadie supo de lo nuestro. Ni el nombre de nuestros niños. Ni el amor de cajón con todas las etiquetas guardadas de todo lo que nos decíamos.

Que no. Tan profundo que aún me acuerdo de tu mirada. De tus labios pidiéndome otro. De tus manos apretando con fuerza mi cuerpo. Que no con sentimiento de culpa. De que amores que se van, vuelven. Que no, y que mil veces no.

Amor que desafía tanto como imposible es. Que quiere sin querer. Amor que no fue terminado como se planeó. Y que escribe tan despacito que cuando se lee deprisa, viene una bofetada a mano abierta a decirte que si, coño,

Que para toda la vida,

Que aunque ese día, se dijo que no,
Para nosotros siempre será 
Que sí.
Que sí, siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...