viernes, 28 de diciembre de 2018

Mi amor imposible

Bueno, yo lo dejo. Que siempre he sido más de dejarse leído que de no contestado. Yo lo dejo como el que deja un beso en la mesita de noche al despertarse. No es el mejor sitio para besarse pero ahí queda, para siempre, para un día tonto cualquiera.

Yo lo dejo como el que no compra ni vende esperanza, pues a parte de salirnos cara, ya casi escasea. Lo dejo como tuyo más que como mío. Porque en el momento en que se escribe ya deja de pertenecer a quien lo dicta. Que siempre ha sido más de tu desconocimiento que de mis intenciones. Porque fuera o no fuese leído, iba dedicado a todos tus miedos. 

Y lo dejo partido en dos. Primero porque no se deja escribirse largo. Que ya no se lleva eso de amarse con mucho tiempo. Ya no hay relaciones a un siempre vista, sino proporsiciones muy cortas. Del tamaño de un hasta luego. Ya no hay tiempo ni para querer como se nos exije. Se ha perdido el amor de miedos. Ese que asustado iba a ti a abrazarte una tarde entera. Ese amor cobarde de besos sin fronteras hacia tus labios. Amor de nombres y pronombres. De mejillas y comisuras de labios. Amor sin complejos de me gustas. Amores de puertas pa' dentro.

Lo dejo roto en dos porque si alguien pudiera recomponerlo, esos seríamos nosotros. Lo dejo porque apetece, porque dan ganas de uno de vuelta que te ponga las ilusiones patas arriba. Que te mande el pasado y las mentiras agarraditas de la mano a cajón de los desastres. 

Te lo dejo roto en un rincón, sin molestar, porque seguro de ser leído me invitarías a otro. A otro texto, a otra copa, a otra visita hacia nuestros miedos. Te lo dejo con ansias, con nervios, con ganas.

Para que lo recojas con mimo, para que lo leas y lo releas sacando cada sentido, desmembrando cada palabra. Para que sea lo único que despieces en esta relación. Con delicadeza, deshaciendo cada suspiro en cada espacio. 

Te lo dejo para que regreses, para que nunca haya un punto y final. Que en los rincones a veces, es el mejor sitio del mundo para esconderse un te quiero y que sin molestar, como el que no quiere la cosa, de puntillas, de callado, como un silencio a voces, como un secreto muy bien contado, me vengas a decir que, a pesar de saber quienes somos, nunca nos habíamos fijado.

Y que sabiendo donde encontrarme me busques a conciencia de que no era tu nombre, ni tus labios, ni tu sino. Te lo dejo que suena muchísimo mejor que la última vez que nos dedicaron una conjugación de ese verbo. Te lo dejo como tu saludo, como tus miedos, como tus decepciones. Que todas eran igual de inocentes.

Como el besito que se ha quedado, tras leer esto, en tu mesita de noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...