martes, 1 de marzo de 2016

Compartiendo su Infancia


Es lo bueno que tienen estos #MartesDeHospital. Que siempre son diferentes, pero que siempre rompen la rutina de cualquier día de la semana. Haciendo olvidar todo aquello que te tiene lastrado en tu casa, sin nada a lo que reírse, sin nadie a quién conocerse. Sin fuerzas para seguirse un rato.

Quizás por eso nos encantan estos días. Todas vuestras sonrisas. Porque no son de nadie. Y nos la llevamos como si fueran nuestras. A plasmarlo en unos papeles con dibujos, a saborearlo hasta el próximo o a compartirlo con vete a tú a saber quién en cualquier rincón de esta habitación sin sueros.



Y luego la de veces que sin salir de aquel hospital viajas en el tiempo. Y te quitas más de diez años de encima y practicas el juego más inocente e infantil de aquellas tardes de recreo. Cuando empiezas a sonreír de largo.

Y conoces a una granaína de pálida piel con ojos grandes y verdes. Con una diadema azul a juego con su pijama y te pide ir de tiendas. Y de mientra le probamos trajes imposibles a muñecas de revista chismorreamos del novio de una, de los pelos de la otra, de lo malo que está el zumo de piña y de lo malaje que son las enfermeras del ala dos cuatro. Y descubres sin conocerla de nada que te está entregando lo poquito que le queda de aquello que casi pierde. Te está compartiendo su infancia. A cambio de tu atención no médica.

O cuando ves al niño retando al padre en la play-station. Donde descubres que lo importante no era estar delante de una pantalla tirándose unos triples sino estar al lado de aquel que por cuestiones de trabajo no está más tiempo del que tiene. Ahí descubres que los Martes son días de auténticas lecciones de vida. Donde se aprende más que se juega. Donde se ríe más que se cura.

Y sobre todo, la de veces que te despides y nunca encuentras la manera de no echarse todo aquello de menos. Cuando sabes que hasta la próxima semana no hay forma de volverse a ser niño. Añorando cada minuto, como si te estuvieran esperando para volver a ir de tiendas, o jugar al baloncesto o para simplemente, sonreírse un rato. Y con toda la probabilidad en contra de que seguramente, y pensando positivamente, de que a todos aquellos a los que les reíste siete días antes, no los vuelvas a ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...