domingo, 5 de abril de 2020

Ojalá te llegue esta carta


He sentido miedo al pensar que te marchabas. Como tantas otras veces, sentí eso que viví en amores pasados. Me dejaban varado en la orilla como un viejo barco de mar. Ahí, anclado en la arena, sin patria, sin rumbo, sin fuerza. He sentido miedo de perdernos. De que se acabó lo que se daba. Llegó otro mejor que yo, otros sueños, otra habitación.


Y ahí me quedaba. Una vez más roto en doce pedazos. Recogiendo los trocitos aún aprovechables de mi ya agónica esperanza de encontrar el amor. Otra vez a levantarse, sin ayuda. Viendo como te alejabas agarrada de la mano de otro que esperó y llegó hasta oler sangre. Y en ese momento fue cuando atacó.

Me levanto encerrado en cuatro paredes que ya no te huelen, que ya no te miran. Guardo las fotos en un cajón donde mirabas mis letras, mi cara, mi futuro. Sorprende como en un instante de tiempo, eso ya es pasado, pasado reciente, del que duele, amor blanco y negro de cajas al desván, de pierde el último, de volver a empezar.

He sentido miedo a perderte. A que, lejos, ya no sientas lo mismo. Decían, viejos lobos de mar, que la distancia es cruel para quien la olvida, para quien no recuerda su fiereza. Dicen que es cruel con quien sueña, con quien ama a centímetros de longitud.

Quizás por eso me sienta tan mal este confinamiento. Olvidé que era estar lejos de ti, y ahora,

No dejo de pensar,
Que algún día,
tenga miedo de volver,
y que ya no estés donde te dejé.

Ojalá te llegue esta carta.

Ojalá nunca tuviera que firmarla.

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