miércoles, 23 de enero de 2019

Seguro que hoy vienes a verme

Y me das el capricho de haberte esperado mucho. De haberte echado de menos aún mejor. Seguro que hoy apareces por todos esos ayer que nos prometimos. Por todos esos luego que nos vendieron con posterioridad. Seguro que hoy apareces a sabiendas de que estaba esperándote, a sabiendas que te iba a encontrar.

Seguro que hoy apareces a devolverme de golpe y porrazo todo lo que iluso, me imaginé. Y me escribes bonito en cualquier red social, o me dejas un mensajito en instagram. Cualquier día vienes y me pones todo patas arriba, notificaciones verdes en la barra de Whatsapp, haciendo de mi vida, otra aventura que contar. Formando parte de la misma, sintiéndome acompañado por tus ganas, por tus 120 caracteres, por tu lado de niña rebelde en un sofá, tirándome cojines, cosquillas y abrazos sin previo aviso, eso que nos encantaba de lo nuestro: en el salón de casa, en nuestro cuarto, en nuestras sábanas, nuestro no saber estar.

Seguro que hoy apareces a quitarme todos los miedos que sentía. A cambiarme los lo siento por los vamos a intentar. Con una sonrisa más grande que tus ahora, pidiéndome lo mismo que me piensas dar. Así me imagino todos esos sofás que nos van a devorar, todos los sueños de tarde y los domingos que nos pensamos marcar. Entre tantos besos y abrazos, alguna sonrisa que llorar.

Porque no se trata de haberse querido mucho sino de aparecerse cada vez más y mejor. De molestarse en presencia. El mejor perfume que te puedas echar a la cara. Un haberse olido de lejos. Como cada vez que dormías en mi cama. Que en tu huequecito de aquello que era nuestro nos dejabas un buen sabor de colchón, un buen color de bocas, unos cuerpos desnudados a traición. 

Un sentimiento de voy a estar a lo nuestro, de currarse lo propio tanto como lo añorado. Que ilusiona hasta al que más perdió en todo esto. Un haberlas venir muy vista y que todo sea consensuado para dos. Con toda la confianza de que, si hoy no fuera, vendrías otro día con la misma cantinela,

Prometiéndome que vienes a verme,

Y yo esperándote todas las noches,
Tonta, tonto,
Quedándome dormido,
abrazando el hueco vacío 
de la cama que dejaste al marchar.

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