sábado, 1 de septiembre de 2018

Tú la llevas

La he vuelto a encontrar. Con esos labios de intenso rojo. Siempre a escasas dos mesas. A dos, tres butacas de mí. Ahí estaba riendo, ajena a su suerte. Ajena a todo lo que provoca escribir. A todo aquel don nadie que le dedica todo un 'tú la llevas'.

La chica de ayer, la más guapa de todas las que se sentaban a su alrededor. Ahí estaba un verano después dando una silenciosa guerra a todos mis sentidos. Poniendo patas arriba todos mis sentimientos. Provocando que, esto que parece un juego infantil, fuera un tuyo-mío de la timidez a escala local.

Me sé su nombre tanto como la forma de sus ojos. O como se recoge el pelo cada vez que le molesta. Me sé el tono de piel de su maquillaje muchísimo mejor que cualquier color que me puedas preguntar. Ese rosa muchísimo menos coralino, del tono de una agritos, flor rosácea de la familia de las Oxalis. Y me sé sus logros, sus sorpresas y su número de pintalabios rojo carmín dulce número 12. O hasta donde le llega el pelo cuando se lo suelta. Y lo bien que le queda cuando se lo recoge en una cola. Su cuello, sus manos, su silueta, su pecho, no sé, todo. Quizás me sepa hasta su color favorito.

Y uno que se pone a pensar y acaba dejando en el folio blanco todas esas cosas que fue acumulando de ella. Como por ejemplo, tengo en mi recuerdo sus primeras palabras. El primer encontrazo con mi vida. Su despiste de no encontrar una llave en su bolso marrón claro, con dos asas delgadas de cuero. O el despiste de ver que la puerta que teníamos frente a nosotros, esa mañana, estaba abierta. Por supuesto, ese día, nublado. Que después te pones a pensar si el destino deja indirectas a modo de guantazos. Si no juega con nosotros a los dados. Qué se yo,...

Lo que si sé con total certeza es todo lo que tengo. Un gracias, una mirada, quizás dos. No sé. Sé que llevo buscando el momento. Que llevo meses buscando su beso, su olor, su acercamiento. Llevo las ganas, el tiempo y todo lo que ella pueda querer pedir fuera de carta. Porque el amor se ha convertido en un buscarse. El enamorarse es esconderse para luego encontrarse. El eufemismo de irse conociendo. Que sin ser un pilla-pilla, esto ya se ha convertido en un juego con dos reglas básicas:
La primera: El amor nos ha jugado al escondite desde lo de las llaves.

La segunda,

Que tú la llevas.

1 comentario:

  1. Ojalá que ambos ganeis en ese pilla pilla del que hablas, ojalá que esas miradas seas 3 y 4 y 5... me gusta mucho lo que escribes así que ojalá no lo dejes nunca❤ Este es el blog donde escribo, si tienes un rato libre pásate: http://pensamientosdemare.blogspot.com/?m=1 ojalá te guste

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Escribe bonito...