sábado, 26 de octubre de 2024

Y no la vi venir

Me pilla con un folio totalmente en blanco delante y te suelta que quiere leerte sin letras, comerte sin cubiertos, saber de ti sin conocerte, ahogarte a besos sin labios, ustedes me entienden; leerte sin palabras, devorarte como un libro sin portada, como si tu cuerpo fueran las páginas de una aventura que no supiste verlas venir. Sus dedos no escatiman en hacerte el amor allá donde otras no supieron leerte.

Y empiezo a regalarle cualquier mensaje que le sirva para consumir su vicio de volverme a escribir. Enganchada a no sabemos qué, nos comemos algún párrafo previo de ganas. Ya la locura campa a sus anchas por cualquier rincón de su habitación, que huele a sexo, sudor, amor.

No recuerdo haberle escrito de amor a una historia sin principio. Pero andábamos, con cualquier mirada pendiente, con todas las decepciones en un rinconcito de esa cama donde nos volvimos auténticas fieras con hambre y arañazos de arrancar en aquella piel, cualquier sabor que nunca nos supo acompañar.

Y se me cuela entre los labios como si nada, y me recuerda que viene a por mí, a fingir que todo lo vivido fue producto de este presente, como queriendo justificar su presencia en aquella estancia y me devora con su mirada cualquier palabra que añade este texto entre sus nalgas.

Si ella supiera la de veces que no la vi venir,

No vendría.

Porque no hay nada como no saber, que si viniera,

Yo,

Volvería a escribirle como me enseñó.

sábado, 12 de octubre de 2024

Hispanidad

Esquiva, que siempre que te vas por esa puerta, lanzas un beso al aire y guiñas el ojo como si fueras a escribir una nueva historia. Malévola, con ansias de poder, dónde hemos perdido reinos por esas bocas, por esos labios, dónde hemos perdido el norte por esa carretera hasta tus senos, para darnos de bruces contra toda piel, contra toda jurisprudencia hacia tus comisuras.

Eres un libro que busca decir la verdad de todo ese patriotismo que le rezamos a tus curvas. Dónde hemos levantado castillos allí dónde creíamos hacerte reina. Tú, que siempre has odiado esos cuentos de princesas delicadas, vas derrumbando ejércitos de tiburones en esos garitos de las noches de Madrid. 

Venimos a celebrar cualquier atisbo de creernos almirante y lanzarnos a la mar, en busca de una tierra que prometiera cualquier abrazo tuyo. Que ni la Santa María, ni la Pinta, ni la Niña, hubieran surcado océanos en busca de un poquito nuestro, y sumamos prehistoria de desamor que no tuvieron ni final, por no decir feliz. Con una bandera y una pica, clavas tus uñas en mi espalda y me declaras patrimonio tuyo, ejerciendo sobre mí una posesión que roza la hispanidad. Sabes manejar los feudos como Isabel La Católica y le das poder a tus manos, a tus piernas, a tus labios. Donde hubiera fuego, vas a crear ceniza, sí, al revés que cualquier refrán manido, porque arrasas con cualquier sábana que venga a dedicarte tiempo.

Recuerdo cuando avisté una isla lejos de cualquier travesía hacia tus ojos. Y pude escribir en tu piel trozos de una historia que aún no te han contado, de la que aún no supimos toda la verdad,

Dónde tú te creías Las malditas Indias,

 Dónde yo me creía el mismísimo, 

        Cristóbal Colón.

domingo, 6 de octubre de 2024

No era otoño

Esto no es otoño. Ni el tiempo sabe donde posicionarse. Esto no es otoño. Te lo decimos nosotros, expertos en mentiras, que ya cualquier nublado no nos engaña. Falta manta en el sofá, faltan cafés, faltan besos inocentes que curen las heridas del mar de ese verano que nos ha dejado con ganas de más.

Esto no era otoño. Porque a estas alturas ya sabíamos eso de que menos por más es menos. Y juraría que no hemos llegado ni a esos intervalos de números, aún naturales, aún sencillos, de detalles finitos. Esto no era otoño, o al menos, aunque octubre nos quiera consumir, no hay nada como sentarse frente a la agenda de tu teléfono y ver, que todo sigue igual de parado que cuando pisaste el último aeropuerto.

Aunque la nostalgia es propia de estas hojas secas, nos faltan recuerdos, risas, fotos. Juraría que en otros años '90, la pelota rodaba por cualquier campo de fútbol, donde tu mirada desde la grada, me metía un gol por toda la escuadra. Me faltan derbis contigo en la cama. Donde siempre ganaba el que peor estaba, el que más lo necesitaba. Y revolotear las ilusiones, las ganas, el marcador, las sábanas.

Recuerdo que algún que otro otoño, te acercabas a mi 'short message service', y me dejabas algún texto corto que decía mucho. Que yo leía lento. Que escribíamos deprisa, como si fuera el año a acabarse. Como si se nos fuera la vida en prolongar esta temporada del año donde no sabemos donde caernos.

Quizás nos curráramos más los otoños,

Porque nos daba miedo el invierno, el frío, la distancia, todo lo que sobró de las relaciones pasadas, la cama vacía, yo qué sé. Supongo que será el miedo a repetir veranos, pasado, heridas. Y eso, digo yo, nos ayudaba a creer en algo más bonito pero con menos sol. Con un toque más de olor a café, chimenea, ropa de abrigo y abrazos largos.

Porque antes, cuando queríamos algo,

Lo buscábamos.

Aunque fuera otoño.