martes, 20 de julio de 2021

Un amor a contrarreloj

Me declaro culpable de este amor a contrarreloj. Mirando el tiempo no para que se acabase sino para que fuera un poquito más lento. Así recuerdo sus besos. Unos milisegundos que pararon la ciudad, la vida, y todo lo que la rutina me andaba preparando. Así recuerdo sus palabras, aún grabadas a fuego en mi pecho. No recuerdo haber querido a nadie así, con tanto anhelo, con tantas ganas, con tanto descaro.

Me gustaron sus formas, su boca, sus miedos. Y le rogué, egoístamente, que no se fuera. Ella ponía la cordura y la entereza de una mujer fuerte, de una mujer perfecta, de una mujer valiente. Y yo no supe más que abrirme las heridas y suturarlas con sus sueños. Recuerdo que en algún momento de la conversación, me perdí buscándole los lunares de su piel. Encontré alguno que ya forma parte de mis recuerdos.

Alguna que otra vez, se le escapaba algún gesto tímido en busca de complicidad. Había algo. No sé bien explicaros con claridad el qué, pero ella sonreía, mientras halagaba mis ojos, mi piel, mi timidez. Decía, que me quería conocer despacio cuando, irónicamente, nos quedaban minutos juntos hasta no sé cuando. No supe responderle, pero ella rebatía su teoría. Si seremos, de algún modo, nos volveremos a encontrar.

Y lo decía sin miedo a perderme. Porque ella decía que no nos teníamos. No sé como explicaros esto. Ella hablaba de amor, sin hablar de amor. Y cada vez que yo le lanzaba un me encantas, ella me lo devolvía echándome una riña que no sonaba ni de lejos a desprecio. Sino a todo lo contrario. Qué sé yo. Sus formas. Sólo ella era capaz de hacer algo así. Desdibujar el tiempo, sonreír la cuenta atrás, ignorar el vacío que dejan los quizás.

Recuerdo que cuando se acercaba el final, más me gustaron sus principios. No recuerdo haberme enganchado así. Ahora escribo esto con una sonrisa en la cara, y la suya en su foto de perfil. Tras su nombre un corazón blanco. Ella mismo se lo preguntó cuando lo vio. 

-¿Por qué un corazón blanco?.

No sé si fue queriendo o sin querer, pero se marchó de allí sin saberlo. Como tú, cuando acabes de leer este texto. La vi tan convencida de que nos volveríamos a encontrar que ya no me da miedo la espera. 

Hasta eso supo hacerlo bien. Dejarnos bien leídos. Dejarnos el tiempo indefinido. Dejarnos con la intriga de qué hubiera pasado si se hubiera quedado cinco minutitos más.

Quizás, ella, sabría el significado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...