martes, 11 de agosto de 2020

Siempre me pides más

Siempre me pides más. Insatisfecha de mis palabras, de mi ausencia, de mi presencia. Siempre vas y me pides más. Sin saber que es lo que exactamente quieres. De vez en cuando coges y te vas. En busca de otros labios a pedirle lo mismo que me pides a mí. Pero vuelves. Vuelves porque no sacian como yo. Porque no quieren como yo. Porque nunca me vas a encontrar en otros ojos, en otros labios que no sean lo que están aquí dedicándote un trozo de tiempo, en forma de escrito; de escrito de amor.

 Siempre me pides más. Como si yo fuera tu fuente infinita de te quieros. Como si yo fuera el culpable de tantas ganas. Como si yo te contara al oído todas las noches lo que me gustaría hacer contigo bajo una sábana llamada quédate.

Siempre vienes a buscarme. A exigir, sin malas palabras, un poquito de atención, un poquito de tiempo, un poquito de amor. Siempre vienes al rincón de pensar. Al sitio donde si te abrazan no araña. Sitio donde, cuando te dicen nosotros, vas y te lo crees. Que siempre has sido de creer más que de vivir. Verbos donde siempre que lo conjugábamos lo mezclábamos con cualquier cerveza, en busca de lujuria, de tiempo perdido, de ropa interior al suelo, de amores que nunca fueron.

Siempre me pides más. Quizás porque nunca supe decirte que no. Quizás porque siempre estoy para ti. Aún cuando varado en la orilla me dejaste, el mensaje en la botella iba firmado para ti. Siempre pides más, pensando que fue poco lo que se dió, pensando, quizás, que fue ínfimo lo vivido.

Y siempre vienes a verme. A cotillearme cualquier esquinita que dejé ver. Siempre vienes a verme. A saciar tu mono de mí. A consumarme aunque no me puedas tocar, amar, besar. A reivindicar mi piel como si fuera tuya. A batallear contra quien pretenda pedirme un poquito menos. Siempre haciendo de mi vida tu territorio a defender. Siempre siendo mi boca tu campo de batalla donde guerrear.

Siempre me pides más. Asumiendo que si algún día no obtuvieras lo que quisieras, vendrías a por la hoja de reclamaciones, a recriminarme qué fue todo aquello que se dejó de dar. Siempre vienes a por más, pidiendo un abrazo por encima de un te quiero. A publicar que no tuviste el valor de marcharte,

Porque, en el caso de que te fueras,

La única que saldría perdiendo serías tú.

Quizás por eso nunca quieras marcharte. Por miedo a peder todo lo que te di.
Y por eso siempre pides más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...