sábado, 16 de diciembre de 2017

El amor es leerse

A mí me gusta el amor que duele. Ese que siempre se queda hasta las doce. Buscando un buen huequito donde molestar. Que siempre tiene algo que contar. Me gusta el amor que se define como tuyo. Que se vende como nuestro y que encima, nos viene a joder el futuro reciente. El que viene a vendernos la moto de todo lo que yo ya sé. Un amor que inflinge las leyes de lo políticamente correcto y te planta un buen beso en la comisura de los labios. Dejándote siempre con ganas de más. Ese amor egoísta que da lo justo para no molestar, pero lo suficiente para volverte a enamorar.

El amor es injusto, desequilibrado. Sí, pero con la balanza siempre inclinada para el que menos ha de querer. Siempre tendiendo al lado de la cama que más frío se está. No hay quien la hace la paga, ni quien la pinte que la coloree. No hay juicio, ni civil, ni penal. Funciona con miedos. Que si te voy a perder. Que si miedo a no volverte a ver. No hay razón. Ni de ser, ni de estar. Todo bajo un libre albedrío que vete tú a quién le entras por el ojo, que vete tú a saber, de quién es la sonrisa de la próxima que te vas a enjuiciar.

El amor es inquieto, travieso. Siempre buscando las travesuras de un pequeño sofá. Las maldades de un domingo por la mañana. Los revoltosos desayunos de un fin de semana de relax. Al diablo con los própositos de manta y peliculita en el sofá. El amor de verdad no para. No piensa parar. Buscando siempre cualquier estímulo para volverte a ver. Buscando cualquier excusa para volverte a dislocar.

El amor es nostálgico. Vive del pasado. Del pasado reciente. Y se pone a recordarte todo, absolutamente todo lo que quieras rememorar. A mandarte imágenes de lo que gustó, a mandarte palabras que recordarás. Siempre buscando el puntito de retorno. Provocando esas ganas de volver a empezar. Dejándote algún mensaje por alguna diabólica red social. O escribiéndote tonterías por whatsapp. Es el amor de directo. De quiero estar contigo tras doscientos cincuenta caracteres que sustituyen la ansiedad.

El amor es atención, cuidado. De la de curarse juntos. A bocados de labios. A besos de hombros semidesnudos por culpa de una camiseta prestada que te queda ancha o cualquier camiseta de fútbol que te ponías para las fotos de instagram. De amores que terminan en
abrazos vestidos de "quédate, no te vayas jamás". Un día tras día de ganas. Un quiéreme que yo te voy a querer más. El amor es ganas. Ganas de levantarte con ella, ganas de volverlo a besar. Ganas con las que te acuestas y ganas de volverlo a escuchar.

El amor es leerse. Entre labios, entre líneas. Meterse en la mejor aventura de tu vida y que no tenga final. Como un buen libro donde la protagonista lee estas líneas,
y el autor se lo dedica tras esta sonrisa que él, 
le acaba de sacar.
¿A qué sí amor?

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