miércoles, 14 de junio de 2017

La Caída del Imperio Azul

Te mereces un hueco en la historia de casi mi presente. Un refugio donde guardar la nada que hay en todo lo que pudo haber sido. Te hablo de ese momento donde tu presencia, a caballo de Troya, entró en mi conciencia. Donde tu esencia declaró la guerra a mi astuta memoria. Y al carajo la paz que nos escudaba de todo anonimato. Al diablo todos los "nunca más". Firmadito todo, de puño y letra: Atentamente,  con cariño,
La casualidad.


Ahí estaba tu recuerdo, esperando en un rinconcito de mi corazón en la ciudad que, como decía Cervantes, hechiza la voluntad de volver a ella. Quizás por eso volví a tus fotos. Volví a buscarte. Empecé a escribirte. Con más caradura que cortesía. Y te encontré en la puerta de un pub de 2015, con un vestido rosa que rompía la noche con el más cruel de los ejércitos, tus ojos, el Imperio Azul.

Recuerdo como se te caía, delante de mí, un coletero, o una pulsera o vete tú a saber qué. A mí se me cayó el imperio de la templanza. Y recuerdo cómo te seguí con la mirada hasta que a la altura de los míos, tus ojos me dejaron sin frases. Ni una sola palabra. Ni adiós. Ni qué guapa ibas. Ni qué guapa te fuiste. Cada uno tiró a su antojo. Cada labio a su capricho. Cada alma a su cuerpo.

Aunque la escena no fue a mayores, tu recuerdo no se olvida. Es la primera vez que me enamoro sin mediar palabra. La primera vez que me enamoro de un recuerdo. Donde perdí la batalla contra todas tus tropas. Esa melena larga al viento, esos labios sonrosados pidiendo una botella de atención, ese Imperio Azul que hoy revive los versos de todo aquel que te escribió bonito.

Yo me apunto a la lista de tus enemigos.

Atacaré por el sur de tus principios. Quiero ver como se desmorona todo tu reino. Convertirte en reina de todo lo que pudo ser. Ser el culpable de la caída del imperio azul. Comerte 'a ojos'. Dejarme la piel en cada batalla de este tiempo que perdimos. 

Déjame un hueco en tu cama. Algún día pienso declararte mía.

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