domingo, 29 de septiembre de 2024

Nuestro secreto

Le guardo el secreto sin nada a cambio. Los silencios de allá más de dos años se esconden entre cualquier vistazo a sus fotos en el Caribe. La recuerdo de aquel verano donde vinimos de una primavera donde le dedicaba versos. Recuerdo sus ojos marrones invitándome a algo más que una copa. Desaparecimos porque el destino no tuvo el valor de alargar las horas de los días de aquel estío. En una botella lanzada a aquel océano
Atlántico, recuerdo haberle dedicado mi último adiós. Le abracé poco en ese aeropuerto, y me arrepiento de no haberle dicho que no me soltase.

Le guardo el secreto bajo la promesa que jamás lo contaré. De que no fuimos pero que nunca seremos. La promesa de que hubo un tiempo para aquello que, en su piel morena, salada por el mar y con brillos de un sol que secaba las gotas de agua de mar, no probaremos jamás.

Sí la recuerdo aún. Porque no hubo mayor aventura vivida en estas viejas maderas la vivida aquellos días, con su boca pidiendo guerra, mis ganas consumidas en aquellas pecas, su olor a vainilla en aquella habitación de hotel. Nunca fuimos, por si te habías olvidado, pero es más, es que si quisimos, nunca nos lo contamos.

Como el mayor amor jamás contado, o la historia que nunca se besó. Y la idea de haberla rozado cobra fuerza cuando pasan los años y no hay ojos marrones que la empaten. Porque empatamos a todo. Perdimos la oportunidad, pero ganamos tiempo.

Tiempo; el único que podría decirnos si al atracar en otro puerto, volveremos a encontrarnos. Quizás en otra isla, en otras Canarias, pero con la misma idea de haberte querido a escondidas.

Como si jugásemos al escondite y fuera ganando yo.

Cuando en realidad,
te perdía.

viernes, 27 de septiembre de 2024

La distancia es un número

Búscate un nuevo hueco en tu mesita de noche. Limpia el polvo de cualquier sueño sin cumplir, lava los posos de una taza de café con millones de miedos, que guarda todas esas noches sin dormir. Hazme un hueco en aquella parte de la habitación donde aún no se respiraba nostalgia. Y búscate una excusa porque vamos a hacer arte, vamos a hacer una verdadera obra de arte; donde el lienzo va a ser tu pecho, donde la tinta se va a derramar por las curvas de tu cintura; mis manos, el pincel, mis mordiscos, la firma. Que allá donde tú te creías La Monna Lisa, yo me creía Leonardo.

Esta nueva temporada de cualquier 'le escribió bonito' va a sonarte a trompetas de guerra, a verdades afiladas, a las marcas de unos arañazos en la espalda, a sexo del vicio, del que devora almas, del que mata callando, a todas esas veces que despacio, te comía los labios sin mirarse la hora. Con esta nueva distancia de las palabras que lees sin que nadie te obligue, vas a pedir clemencia, compasión, consuelo.

Como diría la canción de Siloé, Reza por mí, porque no hay religión que pueda confiarte tantos pecados, tantos besos robados, tanta punta de los dedos rozando una piel ajena en busca de cualquier escalofrío en un otoño, que ya no recuerda nada de aquel verano. Te espero en el infierno, en el más profundo fondo de cualquier decepción, en cualquier cariño ahogado, en cualquier quema de brujas, en cualquier vacío legal de tus sábanas.

Aquí la distancia es un número que va a contarnos la de veces que pudimos comernos algo más que el mundo. Y el amor va a escribirse. Mucho. En la detestable sociedad de los sentimientos creados por el ChatGPT, vamos a contarnos la de veces que nos hubiera gustado mirarse a los ojos, hablarse de la rutina, acabarse un café con pintas de ser un líquido que no se acababa nunca.

Porque no hay nada como perderse en tus huesos. No habría nada mejor que dedicarse tiempo. Aunque la distancia siempre haya sido un número mayor cero. Rompiendo las normas de cualquier matemática que suspendimos en alguna que otra relación de recreo.

El amor da miedo porque el infierno sale muy barato. Y nadie quiere quemarse con la sensación de que todo fueron cenizas. De aquí va a nacer una cuenta atrás contra todas esas palabras que no pudimos decirnos, pero tanto deseamos soltarnos. Que Tinder nos perdone la ofensa, que los lunares de tu piel escriba sin anonimatos ni con ganas de reventa, que Alicante nos recuerde a Málaga, que la moto te la vendió otro, que mis abrazos no fueron en vano, que aún queda amor en alguna tierra mojada.

Bienvenida a la nueva temporada de la que nunca te debiste escapar, de la que nunca debiste darle una distancia,

Porque fuera del infierno,

la distancia,

es solo un puto número.