miércoles, 14 de octubre de 2020

Si estuvieras aquí


Si estuvieras aquí, no te escribía, te lo leía. Y te susurraba al oído la de veces que iba a morderte los labios. Con toda la intención de, cuando se acabe con la teoría, ir directamente a por la práctica. Si estuvieras aquí no te demandaba, te exigía. Y empezaríamos a desprendernos de la ropa, de los miedos, del pasado.

Si estuvieras aquí te abrazaba bien fuerte, y te invitaba a un invierno de cama, sofá y mantas. Y te congelaría las lágrimas cambiándolas por unas comisuras muy besadas, por un frío donde se quiere estar, un cuerpo donde se quiere helar del bueno. De este que, por mucho que apriete, no congela nada.

Si estuvieras aquí te contaba los planes, te restaba todos esos momentos donde nos dejaron en leídos, donde poco importó donde estuviéramos si nunca nos fueron a buscar. Si estuvieras aquí, te robaría los besos para vendértelos gratuitamente a muy bajo coste, a muy de bocas.

Y si estuvieras aquí dejaríamos de contarnos el tiempo. Si estuvieras aquí ya no habría nostalgia, ni añoranza, ni soledad, ni miedos. Si estuvieras aquí ya no habría un lejos, ni una fecha, ni un te lo prometo. Si estuvieras aquí ya no haría falta más que piel, manos, sexo.

Y si estuvieras aquí ya no habría que pedirle mimos a las ilusiones, ni caricias al deseo. Si estuvieras aquí ya no serían ansias sino ganas. Y ya el cariño no sería más que un primo hermano del enamoramiento. Ese tonto amor que nos duerme cada noche en busca de un arrumaco que se manda desde tantos kilómetros de verdad.

Porque si estuvieras aquí, me volvería a enamorar como un niño chico de tus morisquetas, de mi sudadera puesta en tu catálogo de pijamas de invierno, de tus peleas sin herir sensibilidades, en busca de una fotografía que recoja, no sólo que estuvimos sino que, pensamos estar.

Si estuvieras aquí, quédate. Si estuvieras aquí te pediría que no te fueras otra vez de nuevo. Que no quiero otro cerca que no fuera el tuyo, el que, cuando vengas, pienso dejarlo como núcleo de la frase 'te quiero mucho'.

Haciendo caso omiso de las reglas de la sintaxis, catalogando un verbo que convirtiría en sujeto omnipresente de cualquier medida de distancia mayor que cero.

Si estuvieras cerca, no te lo escribía.
Te lo besaba en la piel.

Dejándote la señal de que algún día te lo grabé.

Que en el mejor sitio donde pudiésemos estar, fuera en cualquier parte de estas palabras.

Para volvernos "cerca" de tanto amor.

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