viernes, 28 de junio de 2019

Mi niña se enfada

De las de sofá en ropa de andar por casa. De las de moño recogido, cola alta, morros desafiantes, sin pintura de labio un jueves por la tarde, mirada baja. De las que se enfadan totalmente enamoradas. De las de amor a cachitos, de quererse según se levante. La de amor a fascículos, de las de "a ver cuando", de las impacientes sin molestar, que dicen aquí me tienes, ven si te atreves.

Esas de; amor que ve, amor que se le antoja. Las de corazón fuerte, piel suave, labios color apetecible, manos sensibles. Esa de ir en bermudas de fútbol sin balón, de las de domingo a lo perro, de sábados sin fin. Las mismas de las de vestido negro elegante. Las de novia, más que amante. De las de amiga, más que pareja.

Hablo de las de amor en salón. De beber vino, de las que celebran sin cumplirse nada. Esa que, enfadándose por todo, no te odian por nada. 

De esas que te la ves esperando con ceño fruncido una disculpa, dos, tres, quince. De las que si un día la cagaste, va ella y te lo recrimina con todo el perdón y la razón del mundo.

De esas enfadonas de porqué no me llamaste. De las de te lo dije. De las del daño pequeñito que todo lo curan con un abrazo, con un mosqueo, con una rabieta. Las de niñas traviesas que desean compensar todas las travesuras que nos regaló con cuatro años.

A todas, a cada una de esas que se enfadan por nada y con razón. De las que esperan a conciencia, de las que te hacen venir aquí y currártelo de verdad.

Con todas esas te sientes identificada hasta este final de texto donde, cegada por la lectura llegas para volverme a decir tonto, idiota, ya no te leo, ya no te quiero.
Y yo volverte a contestar con la única frase que esperabas,

Ay mi mosqueona...
Mi niña se enfada.

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