domingo, 3 de febrero de 2019

Y tú ganas siempre

Culpable yo, que siempre he estado cuando menos lo necesitabas. Que todas esas ilusiones que andan en el rincón son mías, todas mías. Haciendo bulto con todas tus promesas. Mezcladas, liadas. Cogiendo polvo en el único sitio donde no me pedías permiso para entrar. Ahí donde siempre he perdido no solo tiempo, sino trocitos de un alma que un día prometiste arreglar.

Me quedo con tus ojalá. Con todos esos siempre. Con todas esas mentirijillas que me creía al verte tan convencida. De esas frases que si, antes eran pomada, ahora queman. Me quedo con las buenas noches, con todas esas que me prometían infinitas mañanas. Y los labios, esos que siempre, rotos, venían a pedirme versos.

Que perdí. Y me quedé con todo tu bonito silencio. Que cuanto más te hablaba, más me dolía la tinta que recorrían todas estas hojas donde te escribía. Que cuando fui a buscarte los miedos, ya no estaban donde me pediste que los guardara.
Que vi como te separabas de mi cuerpo, de mis frases, de mi cama. Y jurabas que volverías en otro mes, en otra falta ortográfica de esas que me curabas, en otro Fevrero. Que volverías a pesar del tiempo, del trabajo, del adiós tardío.

A veces te añoro en silencio. Buscándote en cada palabra, en cada frase que me inspirabas. A veces me escondo en la ironía que se niega a pronunciar tu nombre. A veces me escondo en una boca, en una de esas sonrisas que tanto te gustaban y me sacabas del tiesto. Porque siempre he sentido que me dabas alas para ir a donde fuera. 

Me acuerdo de, iluso yo, jurarte quererte para siempre, acompañarte de mil textos que te durmieran si no podía arroparte yo. Porque no recuerdo el día que te perdí. Que olvidé tus mensajes, tus horas que me dedicabas, con cariño, y firmabas con las tonterías que te llamaba, tonta, niña, fea, mala.

Y prometí jugar a ver si un día te olvidaba,

Pero tú,

Tú ganas siempre.

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