viernes, 5 de enero de 2018

No. Repite conmigo, no. Ese 'no' de sofá. De niña rebelde. De no quiero pero sí. Del preludio a una guerra de cojines. Del no despeinada. De risa infantil. El no de pijama en el salón. Di no. Pero del bueno. De ese que, aunque se diga, no niega nada.

No, pero del vente. No, de ven a por mí. No, de "a ver si te atreves". No, no, y mil de esos 'no' que me mandabas contra toda proposición indecente. No de, yo no voy a ir, ven tú. Todos esos no inconscientes a una trastada. No, de los de por narices que se hace lo que ella diga. No de no. De los que van a negar todo el futuro que tarde o temprano va a pasar.

El no antes de unas cosquillas. El no antes de un beso. El no de antes de un dámelo. El no de, no te conozco todavía, o del que, a cincuenta y dos días de conocerte, me lo vas a plantar con la boquita de piñón. No. De los que mientras ríes y se te forma una arrugita en la comisura del labio, gesticulas el dedo índice de lado a lado y que, apartando la única prenda de ropa que separa el aire de tu piel, me devuelves atrevida, a punto de regalarme más no, en forma de ven.

Y el no de la cama y el de la cocina cuando fuéramos a desayunar. Porque nos íbamos a desayunar, ¿o no? Pues no. Pero no de vamos a querernos o a dejarnos de querer. Con esos labios bien pintados de rojo y arreglada y vestida para salir, un buen no delante de un espejo, o la de aquella foto de instagram. No, de cachetes a punto de ser besados, o la de veces que dijiste no, cuando ibas a morderme la piel.

No, como aquella partícula negativa que te aventura a un texto sin nombres ni ilusiones, pero que, a diferencia de los que te mandaban, éste, si viene con un gran cualquiera en toda la boca.

Éste, Martina,

Es un no, para toda la vida,

Un no, 

que viene a por todo un sí.

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