viernes, 28 de julio de 2017

Y tú sin creerte lo del amor

Ya nada es lo que te contaron. Vienen un día dos mentiras y te derrumba de un plumazo todas las verdades que montaban tu ilusión. Ahora, a solas, recoges los trozitos esparcidos de tu esperanza y los guardas en el cajón de los desastres. Que vete tú a saber dónde lo dejaste. Que vete tú a saber si no lo dejaste a rebosar.

Y con el miedo de que al abrirlo te devuelva un bofetón en todo el orgullo, decides cerrarlo con llave para que, a modo de defensa, nadie más lo vuelva a desenterrar. Y puede que esté hasta de acuerdo contigo, que nadie hasta ahora ha sabido amarte como te lo decían. Que te han vendido el amor como algo fácil de comprar. Un regalo de plástico que va cogiendo polvo conforme tus sábanas iban dejando entrar.

Ya no quieres amar, porque te han profanado el verbo. Y no sólo la acción. Te han ofendido el sustantivo amor y el adjetivo es ya más descalificativo que bonito. Ya te lo han descontextualizado de toda futura pareja que venga a ponerte el cielo allá donde ni te imaginas que pueda estar. Piensas que sumas uno a la lista de impresentables que irónicamente se presentan sin haberlos llamado a estar.

Y cuando se te pide un beso, una caricia y una muestra de cariño lo niegas como si fuera una paliza no verbal. Te escudas en el no quiero que tanto debiste guardar para todos aquellos que decían guapa, me llamo tal.

Ahora llega uno de los de verdad. Te dan los buenos días, y antes que digas nada tienes un mensajito en tu teléfono pidiéndote atención, una muestra de afecto, que no tiene ni por qué ser sincero pero que con un simpático, que mono eres o un emoticono de whatsapp das más que cualquier año de pareja formal.

O te dedica una foto, un relato en este blog, una carta a tu código postal. Y te empapela el cuarto de papeles de colores o se compra un paquete de chucherías, chocolates y dulces para una noche de manta y sofá. Ya no te besa, te versa. Y te pide tiempo. Pero no del  que no regresa sino del que se consume juntos, a la par. Te exige esfuerzo. Porque el amor conlleva sacrificio. Hoy por ti y mañana por ti también. Te lo dije, de los de verdad. Ya quiere la llave del baúl que cerraste cuando lo viniste llegar.

Acabas de cruzártelo. De dejarte un like en esa maldita red social. Se acaba de comprometerse a algo. Una promesa que de no cumplirse no haría ni daño. Porque no se trata de saber querer sino de saber lo que puedas dar. Porque no se trata de comprometerse y cumplir. Se trata de intencionarse mejor. De quererse querer. De estar queriendo. Del verbo enamorar.

Y tú, aquí, al final de otro texto, sin creerte lo del amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...