domingo, 21 de diciembre de 2014

Mi espantapájaros

No soy capaz de levantar la mirada del suelo. Me da vergüenza ajena moverme porque cada vez que lo hago doy un paso en falso. Clavé los pies y la mirada gacha en aquel brote verde que salía llamado esperanza. Y en parte me sentí afortunado, porque aún anclado tengo delante mía un campo lleno de flores y frutos dispuestos a devolverte la sonrisa que un muñeco de trapo sin sentimientos te arrebató.
Te molestaste en regarlo todos los días. En eliminar cualquier invasión insecticida que viniese a destruir lo cosechado. Y yo ahí, sin inmutarme.
Tuviste años y temporadas de bonanza alternado con algunos momentos de vacas flacas pero saliste del paso porque a fértil no había quién le ganara a esta tierra que me atrapa.
Mi más sentido pésame al odio, al orgullo y a la hipocresía que no cupieron en este huerto poco convencional pero que muy necesario. Y mi corazón parecía hecho de heno.
Las lágrimas que se derramaron no hicieron más que darle fuerza a eso que crecía a pasos agigantados. Que curiosamente brotó tras una tormenta.
Porque dicen que detrás de una tormenta viene la calma. Y aquí ando con los pies anclados en la tierra que quiero estar, con los brazos en forma de "T" esperando un abrazo que nunca olvidé, esperando a que algún día me levantes la cara del suelo y me digas "mi espantapájaros" ...

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