jueves, 25 de febrero de 2016

Equivocarse Mucho


No me fío de nadie que todo, absolutamente todo, lo hace bien. Ni de aquellos o aquellas que saben más que hacen. No me fío de la gente que no comete errores y muchísimo menos de aquellos o aquellas que nunca han tenido un traspiés, que nunca se han equivocado, que todo lo han hecho bien.

Sí. Odio a la gente perfecta. A esa que nunca han sufrido un mal de amores. Todos esos narcisos del amor que nunca han llorado. Me da terriblemente pavor cruzarme con toda aquella que siempre tiene un "porque yo" en la boca. Miedo a todas esas que el ego le viste de prada. Que el diablo le besa los pies.

Sin embargo me encantan las imperfecciones. Ese lunar que está ahí para romper con toda la hegemonía de la cara. Me gusta una mujer sin maquillar, una camiseta ancha sin sujetador. Un domingo nublado. Una lluvia en mitad de julio por la playa. Me encantan los errores, los cometidos y los que están aún por cometerse. Porque nos devuelven de una sola hostia, toda la lección de golpe. Son los que miden la equivocación de una relación. Porque amar es equivocarse mucho. Porque amar es, solucionarse muy juntos.

Y me atrevería a decir que los mejores amantes son aquellos que se han equivocado mucho. Los que han sufrido de lo lindo. Creo que se ama mejor, cuanto más veces hayas besado el suelo. Contra más veces se haya tropezado con la misma piedra. Por eso me gusta valorar a las personas por sus errores. Por todas esas veces que se han tenido que levantar una y otra vez.

Por eso nos gusta tu lunar. Por eso nos gustan vuestros defectos. Porque nos encanta tu singularidad. Aquello que os hace única entre un montón, de falsos aciertos. 

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