martes, 15 de septiembre de 2015

De cuando Seis Años le ganaron a un verano


Empezar cuesta. Lo que sea. Retomar es un esfuerzo tan difícil como dejarse. En el amor empezar, retomar y dejarse conlleva el mismo miedo que volver. El verano acabó tan frío como empezó. El hospital se acababa, y dejarlo fue tan doloroso como no volverse a ver.

Lo mismo pasa con los #MartesDeHospital. Veréis. Tenía miedo. Iba tan enfermo como asustado. Tan adicto como prudente. Tenía mono. Porque para mí el hospital se convirtió en mi lugar de peregrinación. Y no había mejores santos que ellos.

Me encontraría niños nuevos. Y yo sin estar preparado. Hacía tiempo que perdí la sonrisa de hospital, tanto como perdí la vergüenza., y no las encontraba en estos meses de verano.

Pero no hay nada como volver a ser quién eras. Y sí, volví. Entré por esas puertas llenas de dibujos, y como en el amor, todo estaba como lo dejamos.

Tímidamente una chica con pijama de curandera se acercaba a jugar. Seis años querían curarme a mí, que paso de los veinte. Que tenía un verano salvajemente malo.

Dos niños vinieron detrás de ella. Más rebeldes, más inquietos, y algo más mayores. Tenían sentimientos y mis compañeras voluntarias eran su perdición. Como en el amor, cada uno elige su pareja de juegos y ellos dos lo tenían bien claro. Querían jugar con las niñas guapas. Reconocieron estar hartos de enfermeras gruñonas y como en el amor, querían un poquito de cariño, atención y sonrisas.

Querían jugar ¡Y toma que si jugamos! La niña de seis años dibujaba cosas de una tarjeta mientras nosotros las adivinábamos. Su sonrisa era respuesta correcta. Sí, sonrisa fue medicina. Y el tiempo placebo.

Porque allí el único que me quejaba era yo. Hospital ya no era lugar de inyecciones y vendas. Hospital era otro amor. Y había que darle su espacio, tanto como su tiempo.

Porque allí fue donde me dejé la adrenalina, la motivación y la vida. Y mi amiga de seis años tenía la respuesta en su nombre. Cosa que le preguntamos nada más empezar.

Se llamaba Gloria.

Y qué mejor que como en el amor de tu vida, tener la gloria de volver al sitio donde nunca debiste irte.

Pues seis años le ganaron a un verano. Y ya por fin encontré la sonrisa. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe bonito...